El mantra 'reducir, reutilizar y reciclar' simplifica el consumo responsable a una perspectiva material y al deber individual de la ciudadanía, pero éste incluye muchos más aspectos, como el impacto medioambiental en todo el proceso de producción y distribución, o los valores éticos que ostenta la empresa comercializadora. Consumimos de forma responsable cuando apostamos por la prevención de residuos, limitamos la huella de carbono, luchamos contra el desperdicio o cuando tenemos en cuenta los valores éticos y solidarios de los agentes productores de bienes y servicios.
No es consumo responsable, en cambio, cuando adquirimos más de lo que necesitamos, especialmente si se acabará tirando a la basura, por una corta vida útil. Tampoco lo es cuando consumimos bienes y productos de empresas que se lucran o que participan de la explotación laboral, que provocan un excesivo impacto ambiental o que realizan otras actuaciones ilícitas. Ni cuando legitimamos a compañías que perpetúan estereotipos discriminatorios de uno o más colectivos o que se aprovechan de la globalización para pisar los derechos humanos. Por este motivo, la erra más importante de todas es la que nos invita a "repensar" las acciones y las decisiones: dejar de actuar por inercia y hacerlo con propiedad.
Empoderémonos como consumidoras y consumidores: ¡cuanta más información tengamos, nuestras decisiones serán más conscientes!
Pau Ricomà
Presidente de la MANCOMUNITAT DE GESTIÓ INTEGRAL DE RESIDUS URBANS